Sábado tras sábado, las mañanas visten de Turia.
Las tradicionales mañanas de senderísmo se suceden una tras otra. Solo cambia el número de caminantes aunque siempre dentro del mismo grupo de habituales.
Buena temperatura, sol divino...ambiente cordial y con una vestimenta de libro se inician los recorridos unas veces hacia el Oeste...otras hacia el Este el caminar se repite aunque sintiéndolo cada vez como distinto...cambia la luz...la brisa...el crujir de las hojas al marchar sobre ellas...el rumor del agua al deslizarse cuenca abajo...
No sabría explicarlo, pero lo cierto es que se perciben nuevas sensaciones. Tantos sábados el mismo recorrido que se hace inimaginable notarlo otro...es como un Ave Fénix incansable.
Y para mi, es un placer levantarme a mi hora...tomarme un rico almuercito a media mañana en casa Concheta
de esos que se resbala el aceite por la comisura de los labios, como me dicen al pedirlo (ya saben lo que me gusta) Antonio o Concheta. Vino y Casera, aceitunitas, cacahuetes y un "carajillo" de cognac, marca de la casa, acompañan el yantar.
Dos kilómetros al encuentro y regreso juntos. Todo el mundo se pone guapo y entre bromas y veras...los aperitivos que preceden a la paella titular y ...ñam...ñam...a por el plato fuerte. No falta la crítica consabida: "para mí, que está un poco sentidita de sal"..."no...para nada...está riquísima"...!... y saladita o no los granos, verdurita y carne van desapareciendo de los platos. Para que mentir...hacen unas paellitas "que levantan a un muerto" y viendo algunas caras eso parecen tras los mas o menos 20 km del recorrido realizados.
Generalmente tras el postre ...por uno u otro motivo cae alguna botellita de Cava. Entre "chin...chines"...y bromas...y una tertulia de lo mas variada...transcurre un nuevo día de culto a nuestra amistad.
Por cierto..este sábado María no asistió. Tendrá algo que ver con otra entrada anterior?.
Un abrazo, amigos
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