Cuando sientes la curiosidad de moverte por los senderos de los pensamientos y descubres la magia de la escritura... algo extraño crece en ti... una sensación de cosquilleo dificilmente explicable.
No es preciso ser un Shakespeare ni un García Márquez para ello. Solamente imaginar, jugar con las palabras y sus sentidos, hacer un todo de la fantasía y la realidad no quedando huellas de sus limites...de donde acaba una para empezar otra.
Y hasta describir la realidad matizando las subjetividades, como si cosieses lentejuelas en un bordado; algo que dentro de nuestras limitaciones personales nos permita disfrutar de elegir las palabras pretendiendo ver en vez de leer...
Es como escribir para uno mismo posibilitando que lo lean los demás... con la única pretensión de jugar con las sensaciones... de intentar que no solo sean letras, signos y espacios...
¡Viajar en el mismo vuelo que las palabras!.
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