sábado, 15 de marzo de 2014

Las Escuelas de Artesanos que yo recuerdo..


PRÓLOGO

          Este es un relato que parte de los sentimientos, de la nostalgia, de la distancia, al que hay que asignarle una época y un entorno teniendo en cuenta que traduce vivencias contempladas desde la percepción en su día de un niño entre los 6 y los 14 años , recordado entre 65 y 56 años después. En él habrá, sin duda, lagunas en la memoria y tal vez algunas imprecisiones fruto del paso de tantos años entre lo sucedido y lo recordado.

          Pero es un relato auténtico, cariñoso, que intenta ser fiel a las percepciones habidas y desde el agradecimiento a una formación no solo académica sino también moral en una época de posguerra donde nos encontrábamos hijos de una clase media, media baja, en una fase distante a su fundación (está referido a los años comprendidos entre los 1.949 y 1.957) que data de 1.868. No obstante una etapa inicial de nuestra formación primaria que abarca entre 5 y 6 años de nuestra vida.

          Trato de armonizar los recuerdos propios de las Escuelas con su entorno y la época con el fin de aproximarlos a aquellos que no lo conocieron y sientan curiosidad.

          Era un tiempo de restricciones, la mas importante la eléctrica, con cortes inesperados de suministro de duración indeterminada, horas... . De Cartilla de “Racionamiento” con acceso limitado a aceite, harina, azúcar... , de escasez, de compras en tiendas de barrio donde cada una de ellas tenía un fin especializado: ultramarinos, hornos-panaderías, tiendas de confección, zapaterías, casas de hielo y bebidas, estancos, papelerías, librerías, librerías de lance, loterías, carpinterías, persianerías, fontanerías, hoteles, pensiones, hostales, cafeterías, bares, tabernas, horchaterías, etc. Tan solo, tres “Almacenes” que yo recuerde como, El Águila en la calle de la Paz, Cuadrado y Gay en la calle Ruzafa fueron los precursores de otros mucho más, “mixtos”, como son los actuales Centros Comerciales y Grandes superficies.

          Tiempo de pasarse la ropa de los hermanos mayores a los menores rectificándola, de solo un par de zapatos, comprados para los “come suelas” en Segarra, duros como la piedra y abastecedor del Ejercito.

          Y especialmente de compra en los mercados de barrio:
Mercado de Algirós, Mercado de Benicalap, Mercado de Benimámet, Mercado de Cabañal, Mercado de Castilla, Mercado de Jerusalén, Mercado de Jesús – Patraix, Mossén Sorell, Mercado de Nazaret, Mercado de Rojas Clemente, , Mercado de Ruzafa, Mercado de San Pedro Nolasco, Mercado de Torrefiel, Mercado del Grao, Plaza Redonda, Mercado de Navidad y Reyes, Mercado del Paseo Marítimo, Mercado extra de Benicalap, Mercado extra de Castellar, Mercado extra Malvarrosa,
Mercado extra. Avnda. del Cid,Mercado extra. Benimaclet, Mercado extra. Central, Mercado extra. de Algirós, Mercado extra. de Jerusalén, Mercado extra. de Mossén Sorell, Mercado extra. de Nazaret, Mercado extra. de Ruzafa, Mercado extra. del Cabañal, Mercado extra. del Grao, Mercado extra. Jesús-Patraix, Mercado extra. Monteolivete,y Mercado extra. Torrefiel.


          De entre todos ellos el Mercado Central merece el “chapeau”. De arquitectura modernista, 1860 m2 de espacio con una distribución en forma de “puestos”, 958, unos mas atractivos y semicerrados adosados a las paredes perimétricas (especialmente carnicerías, embutidos, salazones, casquería, especies ...) y otros en el amplio espacio central, pegados” unos a otros con sus “artículos “ exhibidos en forma mas que cuidada, diríamos que impecable, llenando de aromas y colores el recinto: verduras, frutas, caracoles, legumbres, y todo lo que la imaginación puede demandarnos, de la mejor, manera puesto ante nuestros ojos.

          Mención aparte merece “La pescadería”, un espacio aparte a un lado del mismo, con decenas de puestos vestidos de losas de impecable mármol blanco, inclinados, ofreciendo marisco y pescado fresco, traído de las barcas recién vaciadas en la Lonja portuaria pocas horas antes de su puesta en venta y por supuesto capturados mayoritariamente la noche anterior. Variedad en ambos, brillantes, coloridos, casi vivos, muy bien ordenados y regados de hielo picado para garantizar su conservación. Es curioso ver las anguilas de la Albufera, vivas, serpenteando entre ellas, viscosas y troceadas vivas a petición de los compradores (parece a través de sus movimientos a pesar de su troceado que nunca terminarán de morir) para ser base del suculento “ all i pebre”.

          Otro que hay que distinguir aparte es el de Colón. Tardío, finalizado en 1916, con 3 naves (una central y dos laterales), abierto y coqueto.

          Existe un vacío de mas de 60 años de funcionamiento del Colegio antes de estas vivencias y 11 años posteriores, hasta su ocaso definitivo en el año 1.968 en que fue derribado.

          Sobre sus cimientos Bancaja enterró la historia de un espacio de cultura (no olvidemos que Bendito, Segrelles, Sorolla … figuran entre sus alumnos mas distinguidos) y lo transformó en un lugar de finanzas y especulación.

          En el concepto de élites didácticas, a mi criterio se encontraba a caballo entre los Colegios de élite, digamos Maristas, Pilar, Escuelas Pías, etc. y escuelas nacionales.

          Es el tiempo de la disciplina extrafamiliar. de los primeros amigos, de las primeras experiencias en multitud de aspectos que van desde la amistad al conocimiento pasando por la curiosidad.

          He buscado infinidad de veces información sobre Artesanos y desgraciadamente es poca y repetida. Inclusive en un mundo tan amplio como Internet las noticias son escasas y tal vez excesivamente estadísticas. Nunca encontré el calor que da la vivencia y eso es lo que humildemente deseo aportar.

          Pero por otra parte tiene una explicación razonable. En primer lugar los medios de comunicación eran muy importantes pero limitados: prensa y radio, ésta última no gráfica. Ah, sin olvidar el NO-DO.

          La gráfica se ceñía a la profesional y a la escasa privada, ésta última en manos de “mayores” y de carrete de celuloide, con la limitación que llevaba consigo el hecho de tener que revelar cada foto y hacer copias en papel, algo costoso que reducía la proliferación de motivos retratados.

          Su uso iba ligado especialmente a acontecimientos familiares (bautizos, cumpleaños, comuniones, bodas y alguna excursión o viaje y como mucho a celebraciones multitudinarias como procesiones, desfiles, etc. Y por último deportes, especialmente fútbol y toros, a los que no sabría dónde ubicarlo. Los niños no tenían acceso a cámaras fotográficas hasta fechas bien recientes. Todo ello explica el hecho de que existan tan pocas fotografías de interiores de colegios, como nos interesaría disponer, para plasmar ese entorno y especialmente en nuestro caso el de las Escuelas de Artesanos. A lo sumo la clásica foto escolar con un mapa a todo color colgado en la pared y un globo terráqueo sobre la mesa tras la cual se encuentra el niño en cuestión con “cara de foto”.

          Este panorama fue explosionado con la aparición de Internet en España

          Ya la cuestión se dispara con las páginas Web, los e-mails y especialmente los Blogs, que se cuentan por millones. Si a ellos añadimos las Redes Sociales y el Smartphone hace suponer que los “reporteros gráficos” somos ejércitos.

          Solo hay que probarlo solicitando información en Google, en la solapa de Imágenes, sobre cualquier cosa imaginable y aparecen centenares, incluso miles, de fotografías relacionadas.

          Por ello, de estas décadas de sombras, es el relato persona el que, de la misma forma que la radio, suple la imagen por la palabra.

          Como consultor , mi buen amigo Tony, Babiloni en aquella etapa, que compartió conmigo vivencias similares por ser también alumno antiguo de las Escuelas de Artesanos. De el recibo sus impresiones y las fusiono con las mías. Aporta datos que complementan los míos y me dirije a lugares donde localizar fotografías y pinceladas que dan mas rigor a este escrito.


RECUERDOS

          Mi primer colegio fue el de Gobernado Viejo. El recuerdo del mismo es lúgubre.   Amenazas, castigos, inseguridad... pueden definir junto a algunos mas una época corta pero intensamente anuladora. El solo hecho de pensar que debía acudir a él cada mañana significaba verdadero terror.

          Mis dos hermanas que también estudiaban en él, nunca reflejaron esa misma sensación. Allí pasé no sabría definir cuantos años (tal vez dos, tres,...) pero mi recuerdo se niega a recordarlo, como algo a olvidar. No deseo aportar mas información por esa misma razón.

          Cada mañana suponía el pánico de tener que acudir ineludiblemente a ese colegio. De nada sirvieron mis lloros y relatos de pánico a mis padres. No lo aceptaron y le dieron el tratamiento de historias de niño.

          Tan solo al cabo de algunos años (a mis 9 o 10) aceptaron el cambio de Colegio y eso supuso salir de ese pánico tan acomplejante.

          Iniciar mis estudios en las Escuelas de Artesanos, significó un giro increíble a esas sensaciones.

          Doña Inés, la maestra de párvulos, una mujer dulce, cariñosa, comprensible … logró estabilizar mis sentimientos. Volví a sentir que estudiar no significaba sufrir. Que se podía compartir la amistad, conocer dentro de la alegría, que una “maestra” no era una carcelera, que errar no llevaba a golpes, a “reglazos” en las yemas de los dedos, contra los bordes de las uñas; a llevarte a la pizarra pellizcadas las patillas haciéndote levantar para no llorar de dolor. A pasarte horas arrodillado con los brazos en cruz cargados con libros que te hacían insoportable mantenerlos... A sentir la amenaza del cuarto oscuro que te aterraba con solo oírlo pronunciar.

          La nueva Escuela era amplia. Mi recuerdo sobre su distribución es relativamente clara, con alguna duda en putos muy determinados.

          Era un edificio rectangular de tres plantas. Unido a las oficinas del periódico Levante por su pared medianera derecha (contemplando la fachada de frente).

          La acera era amplia y al finalizar su fachada con el edificio colindante izquierdo (misma situación frontal) formaba un rincón poco cuidado, con una banda de hierro a media altura que lo aislaba de las paredes. So olor era nauseabundo porque se utilizaba de forma habitual para micciones (perros y personas). Frente a las Escuelas, en la unión entre bordillo y acera existían unas pequeñas grietas con pequeños agujeros que utilizábamos para "gua" cuando antes de la entrada a clase de la tarde jugábamos a canicas.

          Por el medio de la calle existían don vías donde circulaban los tranvías de la línea 1 que partiendo de la Plaza del Ayuntamiento, en aquellos momentos llamada Plaza del Caudillo, tenía su final de trayecto frente en la playa de la Malvarrosa.

          Su fachada retranqueada era sobria pero elegante.

          En la planta baja un amplio portal central de madera de Mobila dividía en dos el edificio. Tres ventanas altas daban luz a dos clases (aulas); a la derecha 5º curso a cargo de Dn. Enrique Diago Bonet, severo pero tremendamente eficaz, didacta en la exigencia, pero para mi el mejor profesor que nunca tuve. Tenía una “cojera” característica y era famoso su mini-coche PTV adaptado a sus circunstancia.

          A la izquierda otra clase, 1º curso, cuyo profesor era Dn. José Bonet, eterno soltero característico por sus maneras. Cuando daba algún azote, mordía, doblada, su lengua y casi a la hora de llegar su mano al cuerpo ya la estaba retirando como si tuviese muelle.

          Entre ambas un hall amplio que daba acceso no solo a esas aulas sino también, a través de una doble puerta mixta de cristal y madera con un tirador metálico para movilizarla, a un amplio espacio rectangular , secundado por dos largos bancos de madera a sus costados.

          Ya en él y a su derecha, la entrada a la Conserjería, que servía a su vez como vivienda del Conserje y su familia. Allí estaba habilitado un teléfono público para uso de los alumnos y mas especialmente para sus padres.

          Mas adelante en la misma pared, pasado el banco, la entrada a la clase de párvulos que dirigía Dña. Inés, una mujer de edad madura, ponderada, cariñosa con los “peques” y a la que durante sus ausencias sustituía temporalmente por orden del Director. Para mi era una ilusión no descriptible. Era la sensación de sentirme mayor, de ser considerado. Por aquel entonces tendría entre 13 y 14 años.

          La distribución espacial de la clase era la siguiente: al fondo una pizarra a la derecha y a la izquierda la mesa de la “maestra”. Los pupitres paralelos al fondo y entrada, con un pasillo central.

          Unas ventanas acristaladas en la pared de la izquierda, daban luz a la clase y separaban la clase del patio de recreo.
En la parte opuesta del distribuidor, la izquierda, arranca la escalera que conduce a los pisos superiores y a la entrada del despacho del Director, Dn. Francisco Lucas. A su vez, una ventana acristalada, que se sitúa al inicio del pasillo que conduce al patio, ilumina de forma natural al mismo.

          Al fondo de ese distribuidor, el citado acceso que tiene en su frente una gran sala con grandes mesas rectangulares rodeadas de sillas, de madera, donde en un tiempo determinado, como desayuno, se servía el queso y la leche en polvo cocinada (en una muy pequeña cocina al fondo izquierda) ofrecida por la Administración americana dentro de un plan de ayuda establecido entre ambos gobiernos.

          Estaba iluminada por amplios ventanales que separaban dicha sala del patio.

          Mas adelante a su derecha, el tan nombrado patio de recreo, al aire libre.

          Rectangular, no excesivamente amplio. A la derecha una fuente de la que manaba agua potable, entre las ventanas de la clase de párvulos. Gira al fondo hacia su izquierda y se encuentra una puerta de acceso, a través de dos o tres peldaños, que lleva a un pequeño WC para uso de los párvulos y Dña. Inés. A continuación la entrada a los WC generales, no recuerdo para cuantos usuarios.

          Finaliza esa pared y se encuentra, haciendo ángulo, con una pared en la que se hallaba un asta de la que pende la bandera de España.

          Cada mañana antes de iniciar las clases todos los alumnos nos reuníamos en el citado patio, tras cuadrarnos, y mientras se izaba la bandera, cantábamos el Cara al sol. Al finalizar, cada uno acudía a su clase y se iniciaba la enseñanza.

          Otra duda es si en la misma pared donde se encontraba el mástil, y a su izquierda, se encontraba el acceso a la Biblioteca, una sala noble, con elegantes estanterías ocupadas por buen número de libros, lujosas mesas con sillas de madera, lugar en el que antes de tomar la Comunión se impartía lo que se llamaba el “catecismo”.

          Era el mismo lugar en donde a media mañana, salíamos al recreo. El tiempo que duraba era una verdadera expansión. Se jugaba, en pequeños grupos, a los juegos de temporada, destacando especialmente los partidos de fútbol, improvisando los balones con papel compactado entre las manos y rodeado por diversos tipos de cuerda para hacerlos mas duraderos.

           El juego de las tabas ( http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_las_tabas), tu la llevas (http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_persecuci%C3%B3n), del escondite (http://es.wikipedia.org/wiki/Escondite), de churro-mediamanga... (http://es.wikipedia.org/wiki/Churro,_mediamanga,_mangotero), a las chapas (http://es.wikipedia.org/wiki/Chapas), de las canicas (http://es.wikipedia.org/wiki/Canica), etc. eran los mas usuales y cíclicamente se repetían con una secuencia casi matemática en el año.

          A los pisos superiores se accedía a través de una amplia escalera, con balaustrada de madera central, aquella que mencioné al inicio y que partía del espacio medio de la planta baja frente al despacho del Director.

Dos “descansillos” intermedios entre escalones para acceder a uno mas amplio, como un pasillo que daba acceso a otro espacio distribuidor similar al inferior.
Ocupaban la mayor parte de dicha planta una amplia Capilla rectangular utilizada también como Salón de actos y Reuniones, encontrándose el altar y la Mesa presidencial uno frente al otro en las paredes menores. Era la única planta con dos amplios ventanales en los extremos y entre ellos cinco solemnes balcones de piedra, mayor en central, los cuales ocupaban toda la anchura de la fachada. Se encontraba dicho espacio alineado en paralelo a ésta. No consigo recordar mas elementos en esa planta. 

          Lo que si que recuerdo es que en ella se celebraban las Comuniones de la mayoría de alumnos así como las celebraciones religiosas del mes de Mayo (es difícil olvidar el aroma a flores frescas que en ella se respiraba especialmente el mes de mayo) al igual que las Reuniones de la Junta directiva, encabezada por su Presidente Dn. Lino Enguidanos Sanjuan, sentados alrededor de una larga mesa y ocupando solemnes sillones de madera que se reunían no solo para sus reuniones corporativas sino también para cualquiera de los actos significativos del Centro.

          Un crucifijo y un escudo de España (el de la época con el águila) presidían ese espacio teniendo colgados a ambos lados sendos cuadros, uno con el busto de Franco y el otro con el de José Antonio. El suelo de la estancia estaba formado por mosaicos blancos y negros.

          En la planta tercera y última se encontrabas las clases de los tres cursos restantes. Prácticamente se diría que estaban superpuestas a las antes mencionadas de la planta baja.

          Casi a la altura de la entrada e izquierda se encontraba la clase de 4º curso, siendo su profesor En. Juan. Tres ventanas que permitían la iluminación de la clase daban a un amplio patio de luces y deslunados de las casas vecinas, con terrazas y ventanas, donde las ropas tendidas ondeaban frecuentemente pilladas con pinzas de madera. Mi amigo Tony habitaba en una de aquellas viviendas y desde su terraza “escudriñaba” los espacios visibles del las Escuelas. Una doble puerta daba paso a los WC. Alojados en una especie de saliente. Arriba, en la pared de los urinarios , una ventana rectangular servía tanto de ventilación como de entrada de luz.

          A la derecha de la entrada se encontraban los accesos a las clases de 3º curso, a cargo de su profesor Dn. Rafael. Colindante a ella, la perteneciente al 5º curso, con Dn. Fernando como profesor. Ambas exteriores y recayentes a la calle Pintor Sorolla o fachada.

          Cada “maestro”, como se les llamaba en aquellos tiempos, tenía una personalidad muy diferenciada, destacando por su forma didáctica Dn. Rafael, hombre carismático, bajito, delgado y con gafas. Los jueves por la mañana su clase era la narración de una “novela” de FBI, no solo contándola sino casi de manera magistral interpretándola, que mantenía al total de la clase con el corazón encogido, prestando una atención extrema siguiendo la trama que ya para sí habría deseado frente a las asignaturas regladas.

          Durante los días de invierno, quemaba alcohol en un recipiente metálico, haciendo de mecha una torunda de algodón, y por increíble que parezca ambientaba aquellas aulas enormes, de techos altos ( ni que decir tiene carecían de cualquier tipo de calefacción).

          Otra de sus peculiaridades era el que el orden de ocupar los pupitres dependía del grado de respuestas acertadas a las preguntas sobre cada materia. Tras explicar el tema, salíamos los alumnos a la zona de la pizarra, con nuestras carteras ordenadas bajo el brazo, e iba preguntando sobre la materia. Acertar era mantenerse en su lugar o adelantar tantos como otros hubiesen fallado, por lo que no acertar significaba retroceder tantos puestos con otros contestasen adecuadamente y nosotros siguiésemos fallando. Terminado ese “examen” rotatorio, cada uno iba al pupitre que por orden de finalización hubiese conseguido.

          Ese sistema estimulaba el amor propio motivando la superación, aunque hay que reconocer que los primeros puestos de clase solían corresponder a un grupo “constante” que se alternaban con muy ligeras oscilaciones. Ese mismo sistema lo empleaba Dn. Enrique Diago, del último curso. Los habituales “empollones” en su clase eran: Vila, San Juan (o San José, ahora dudo), Babiloni y yo mismo, mas menos por ese orden, con las mencionadas oscilaciones.

          Los pupitres, íntegramente de madera, estaban formados por un banco y un tablero abatible inclinado en alrededor de 40º . En la parte mas alejada una planchita de madera con un orificio en donde se colocaba un tintero de porcelana blanca en el que se “mojaba” el palillero con la plumilla correspondiente con la que escribíamos regularmente. En la parte central de esa tablilla habían unos espacios avellanados en los que se depositaban tanto los lápices y goma junto con los mencionados palilleros.

          Debajo del tablero y a unos 25 cm del mismo un pequeño estante permitía dejar la cartera con el resto de elementos. En un “plumier” se guardaban los lapices, gomas de borrar, compases, semicírculos graduados, etc. O sea, el “utillaje”.

          El olor en las clases era el característico en los colegios. Olía a goma, tinta, tizas, sudor infantil o adolescente; a tarima de madera con su humedad característica que cambiaba a lejía tras la limpieza diaria.

          Como en cada grupo, dentro de la clase habían sub-grupos con mas afinidad y esa amistad se solía mantener fuera del ámbito escolar, aunque no era tan frecuente. De entre el grupo mencionado durante toda la etapa escolar mi amistad con uno de ellos se mantuvo inalterable época tras época, desde la infancia hasta hoy. Estudiábamos juntos, jugábamos juntos, conocíamos chicas juntos ( lo mas habitual era que nos enamorásemos de la misma) y cuando formamos familia ambos,nuestra amistad se mantuvo inalterable hasta la fecha. Mi amigo Antonio Martínez Babiloni.

          Inteligente, constante, fiable... y muchos adjetivos mas que sin duda merece.


          Es otro “descendiente” de las Escuelas de Artesanos, de Pintor Sorolla y que colabora en esta narración aportando tanto información como fotografías, siendo él quien me motivó para proseguir en la búsqueda de otros antiguos alumnos y me puso en contacto con la bibliotecaria de las Escuelas de Artesanos, Artes y Oficios, Sofía Vivancos, sumamente interesada en todo lo concerniente a la antigua sede de Pintor Sorolla, de la que tan poca documentación existe.

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