Casa Concheta: principio y fin del sendero.
Desde aquí se parte y aquí se reponen fuerzas. Y como se reponen...!
Una larga mesa espera a los caminantes...y a alguno que les da la bienvenida...Amparo y Juanjo junto con el que os aburre con su relato. Pletóricos de energía (ya había caído alguna cervecita tras el almuerzo) sonríen al ver esos rostros parcialmente desencajados y escuchar unos "resoplidos" como diciendo..."ya no podía mas"!!!!.
En dos o tres grupos van apareciendo los sufridos caminantes. Tras asearse y todavía deshidratados se sientan a la mesa y dan buena cuenta de un par de jarras de cerveza que echa humo. Y entonces se animan las conversaciones entre bromas y anécdotas del camino.
Deliciosas patatas bravas, clóchinas, jamón y queso, ensaladas sedientas de aliño y todo ello regado con vino y cerveza sirven como aperitivo a una suculenta paella o a pollo y conejo al ajíllo del que aún en momentos me chupo los dedos.
Postrecito...café y copa culminan la parte gastronómica de la jornada, inmortalizada en fotos y mas fotos...hasta la llegada de las inevitables botellitas de cava seco que hacen bajar los alimentos ingeridos y llenan nuestros rostros de una sonrisita sospechosa. Brindis por la amistad ...despedida y cierre.
En casa de María Aledo, perfecta anfitriona, nos esperan unas ricas botellas de cava fresquito ( "de Mecadona" como dice ella), nada "cabezón" , todo lo contrario, espumeante y delicioso acompaña una tertulia divertida y cordial entre los que voluntariamente deciden asistir. Invitados: todos. Asistentes unos "fijos" (para que señalar a nadie) y otros "moviles". La sonrisa está garantizada y temas, los dos o tres de rigor y otros que surgen... Su confortable y elegante Salón, el sábado tarde lo reserva para los peregrinos y adosados". A las 10 como en las fallas, ya no queda nada de la "cremá". Cada uno a su casita y la amistad...en la de todos.
Punto final.
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