Que
difícil palabra con lo fácil que es decir hola.
El
tiempo de los "hola" es a veces efímero. Puede ser recto o tortuoso,
tener momentos de risas y otros de llanto contenido, vivirlo cerca o
lejos, con compatibilidades y desacuerdos, … no tiene un perfil
definido, pero es hola...es esperanza de mas tiempo, de continuidad, mira al horizonte.
Cada
día un nuevo hola abre las ventanas al sol, a la luz, al sonido, a
la ilusión, al proyecto común. A compartir pensamientos y
realidades, a sentir que la vida tiene un sentido, independiente de
la edad, del lugar, del tiempo.
Una
llamada, un whatsapp, un mensaje, esa palabra amiga que en momentos
tanto necesitas llega de la mano de un hola. Es a veces el empujón
que te falta para reaccionar, para saber donde te encuentras.
Y
la mayoría de veces no la valoras, es ya familiar, es sencilla de escuchar... sabes que tiempo arriba tiempo abajo la vas a volver a
oír, formando parte de lo cotidiano.
Pero
no es eterna. O no siempre es eterna y dejar de escucharla quiebra tu
respiración. Tras su última pronunciación su lugar lo ocupa otra
de contenido tremendamente ácido, que suena tan solo una vez pero
que pesa como una losa.: “¡adios!” ...crudo y a veces sin voz.
Pero determinante. Significa la muerte del “¡hola!”, el transito
a la nueva soledad.
Se
pronuncia hasta en el silencio, sin sonido, con una huida a veces
cobarde pero fruto de una lucha interna no valorada por los demás,
siempre criticada, mal justificada para evitar aceptar ser causa de
ella. Mas dolorosa cuando significa el final de un proyecto, de una
ilusión, de una búsqueda vital, de un paso decisivo.
Y
dar ese paso o lo haces de súbito, en evitación de algo que mas
tarde con seguridad vas a tener que planteártelo de nuevo sin
solución y en ese periodo intermedio pende como de un fino hilo de
seda, o lo pospones haciendo vivir a ese entorno un ambiente de
hostilidad contenida.
Diez
días pueden triturar hasta dos años de convivencia desde el primer
hola hasta el último adiós. Barre los momentos increíblemente
inolvidables, coincidencias, percepciones, latidos y los relega al
simple recuerdo, por valioso que este sea.
Su eco nunca lo borra un nuevo hola. Es interpersonal, y su volumen
ocupa un espacio tal en el pecho que hace difícil en momentos
respirar. Tienes que pronunciarlo o realizarlo sin girar la vista
atrás aunque una fuerza desconocida tire de ti como un imán del
hierro. Desoyendo tu miedo a avanzar, tus sentimientos
contradictorios.
Una
vez vencida esa resistencia, debes aceptar que esa sensación de
vacío nunca te abandonará. Será un martillo, en tu mente, constante
y envenenado.
No
obstante, la vida continúa con sus días de sol y de sombras.
"¿Feliz
Navidad?"... ¡que ironía!.
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