El pensamiento se asemeja a un laberinto pleno de espacios. Unos ocupado por vivencias...por esos momentos vividos que con solo rozarlos van retomando volumen y se animan introduciéndote de nuevo en ellos. Son raíces que paso a paso fueron hincándose en el momento y que significaron puntos de referencia para el futuro...para tu seguir estando, consciente...
Disfrutas aquellas huellas dulces, sus sabores. ..la parte amable; pero no solo eso...le acompaña también la cicuta, el sentimiento amargo e hiriente que te crea desazón...la sombra de tus errores, aquello que podría haber sido y no fue...tus obstinaciones...tu negación a desprenderte de tus "principios" a costa de perderlo todo...
Cada día morimos,...morimos un poco..., para después regresar...pero,...¡ hay del día que la Muerte sea todo, que la vida no sea ya nada...que ya no exista para nunca jamás...!.
Que pases a ser solo recuerdo...o solo olvido...
Que tan solo de ti queden “cuatro papeles escritos”...”cuatro fotos de instantes de tu paso”...”cuatro útiles que formaron tu entorno...ese entorno tan insignificante pero para ti tan sagrado”...”cuatro recuerdos para familiares y amigos...que se achican con el tiempo”... y mas nada...
Atrás quedará tu paso...tu palpito...tus emociones...tus miedos...tu amor...tus aciertos y tus errores...lo sagrado y lo profano...tus ambiciones junto con tus triunfos y fracasos...tantos y tantos
puntos suspensivos..............
Epicuro de Samos decía:
Ética: el alma humana es mortal dado que, como todas las cosas, está compuesta de átomos, aunque formada por los más perfectos, los redondeados y lisos. Desaparece con la destrucción del cuerpo. No hay que temer a la muerte pues, en primer lugar, nada se sigue tras la desaparición del cuerpo, y, en segundo lugar, la propia experiencia de la muerte no es tal: “el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos” (Epicuro, “Carta a Meneceo”).
"El miedo a la muerte
es igualmente absurdo e irracional. Es un temor que se produce por dos motivos: o bien la imaginación nos lleva a pensar que existen cosas terribles tras la muerte o bien es fruto de la consideración de que yo, como individuo, voy a dejar de existir para siempre. Ambas pensamientos, sin embargo, son infundados. Por un lado Epicuro es un materialista, y lo único a lo que le concede una vida eterna es a los mismos átomos, pero no al producto formado por las combinaciones entre ellos.
Por otro lado la muerte no es un mal.
Siendo como es la pérdida de la capacidad de sentir, Epicuro afirma: "La muerte no es nada para nosotros. Cuando se presenta nosotros ya no somos". No siendo un mal en el momento en el que se presenta, menos daño puede hacer mientras estamos vivos y sólo la presentimos. En ese caso es el temor y la angustia que produce la fuente del sufrimiento, y no la muerte. Deberá ser el razonamiento el que nos muestre lo infundado de tal temor. La actitud del sabio es la de vivir razonablemente en lugar de desperdiciar el tiempo que tenemos anhelando un tiempo de vida infinito que nunca lograremos alcanzar:
"El recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo infinito, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada temible; en efecto, hay en el vivir para quien ha comprendido que nada temible hay en el no vivir."
Pero nosotros no somos filósofos... y nos asfixia el desconocimiento del "transito"..., el paso desde ser al haber sido...mas que el dejar de ser...
Angustia...da ansiedad saber que cada día vivido nos acerca un día mas al vacío total.
¡Al silencio absoluto...a la oscuridad permanente...a la nada...!. Regresar al origen.
No quiero volver la vista atrás a esta reflexión, porque, sin duda, no la publicaría y ella no deja de ser el epílogo inevitable de mi existencia ...