lunes, 2 de mayo de 2011

Alcalá del Júcar ...




           No es un error. ¡Alcalá del Júcar es un homenaje al agua...a las  rocas y a los verdes frescos y matizados.!.

           Pero el primer contacto visual que tuve al descender del autocar que nos trasladó hasta allí, poner pié en tierra para recorrer la estrecha cuesta descendente que nos permite acceder al pueblo, fué un borde de amapolas y margaritas silvestres (seguro que tienen otro nombre técnico, pero para mi: mini-margaritas!) blancas y amarillas. Bordean la atalaya desde donde se contempla un paisaje hermoso y relajante con el Júcar abajo, escoltado por una arboleda tupida de chopos y otras especies además de unos cuidados saltos de agua, puentes y patos en libertad.

            Descendiendo por el estrecho camino, con la pared de la
montaña a la derecha y un precipicio a la izquierda, te vas acercando a unas casas un tanto peculiares, construidas aprovechando oquedades naturales de la ladera y cerradas por fachada natural...que nadie diría que su interior es de roca, formada como un abrigo natural.

          













           Una pendiente prolongada te permite acceder a un pequeño laberinto de calles angostas, con fachadas increíblemente peculiares, que van desde lo mas elemental a lo mas sofisticados, paredes encaladas, marcos de puertas y ventanas de colores intensos, azules, ocres, etc.

           Las calles se entrecruzan aprovechando los accidentes geográficos de la pared de la montaña que las contiene, formando fachadas irregulares y a doble nivel, con suelo de piedra labrada o cemento "arañado" para evitar deslizamientos con lluvia.

        



          
            Cables eléctricos, de telefonía, ...yo que se la maraña de tendidos que van de fachada a fachada, aéreos, que dan un aspecto extraño a aquella belleza de construcciones...salpicadas de farolas de hierro fundido que deben dar un aspecto fantasmal en las noches de invierno...

        





            De pronto la Iglesia, con su espacio pétreo previo a la entrada, enlosada de bloques grandes de piedra y con fuente minúscula, como no, también de piedra y rodeado el conjunto con un banco corrido de losas protegidos con una barandilla de hierro de forja.


           Merece la pena entrar a unas cuevas, a las que se accede por un estrecho pasillo de techo abovedado y luz escasa, labrado en la roca y que sorprende, al llegar a su fin, con un espacio amplio, también tallado en la roca, con ventanas practicadas con vistas al Júcar y que permite contemplar unos paisajes diversos de ese rincón tan relajante y espectacular.

           Son locales de restauración rurales decorados a la usanza agrícola, de paredes encaladas y espacios acogedores donde puedes degustar comidas manchegas y beber sus caldos








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            Pero aun tratándose de un pueblo hermoso y pintoresco..la sorpresa se encuentra abajo, al llegar a un espacio amplísimo, abierto y amenizado por el rumor del Júcar, a través de sus pequeñas cascadas, saltos de agua, puentes, arbolado y jardines...

            (Aprovecho el no disponer de mis fotos personales en este momento para intercalar algunas encontradas en You Tube y que nada mas las obtenga serán sustituidas por ellas. No podía dejar la entrada sin al menos una muestra de tal belleza.
   

 




Seguirá-

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